Lo cotidiano en Baobab. Entrevista a Redouan

Redouan Baobab

Soy Redouan. Una persona muy normal. Padre de familia, trabajador. ¿Qué más puedo decir de mi? Tengo 28 años, intento ser mejor cada día y buena gente con los demás. Me gusta el fútbol y desde que me lesioné hace unos años, echo mucho de menos jugar.

El primer día que Redouan entró a trabajar en Baobab, el pasado 16 de marzo, le tocó estar dos horas pelando y troceando berenjenas. No perdió la sonrisa algo tímida con la que se puso el delantal, aunque no se atrevió a exteriorizarla del todo. Y tampoco acabó odiando las berenjenas. ¡Toda una proeza! De hecho, está para lo que le echen. ‘Más madera, que la locomotora está en marcha’, le llaman el hombre máquina porque siempre está dispuesto a hacer el trabajo rápido. Pero eso no quita que sea muy detallista, sobre todo al decorar los postres, una tarea que le encanta.

También le llaman Benzemá (hay una amiga que en realidad no sabe su nombre verdadero). Y es que le encanta, le apasiona el fútbol. Le trae recuerdos de su infancia en Marruecos, cuando jugaba con sus amigos en la calle. Pero ahora está lesionado y la rodilla le impide disfrutar de una de sus pasiones. Pero no deja de vibrar con el Real Madrid. Por mucho que viviera más de 10 años en Barcelona. A los 15, cuando se marchó de su país con sus tíos, llegó a un centro de menores en la ciudad del Camp Nou. Recuerda con mucho cariño como empezó a trabajar en la cocina, aprendió español, hizo amigos que todavía conserva y ¡hasta le dieron una sorpresa llevándolo al Bernabéu para ver a Figo y a Roberto Carlos!

Redouan es un tío agradecido. A la vida en general. Y no es que no tenga a sus espaldas una historia triste que le pese recordar. Es que no se imaginaba llegar hasta aquí.

No se construye fácilmente esa sensación de orgullo con la que cuenta que tiene una hija -Leila- y una mujer a las que adora; un trabajo en el que se siente en familia; un hermano -el único que le queda de los 6 que tenía- con el que comparte piso y trabajo; y una ciudad donde ha echado raíces. El orgullo por el camino recorrido se consigue caminando, claro. Y eso es lo que quiere continuar haciendo.

¡Será por proyectos! Tiene una tetería que recorre las ferias del país. Y sueña con viajar por Canadá y Alaska con una ‘Food Track’. No es de extrañar que si pudiera escoger un superpoder, no dude en pedirse la capacidad de viajar y conocer otras culturas. Para entender mejor el mundo. De todas formas, por preferir, prefiere las ciudades azules, con río o con costa. Seguro que es por eso que viste mucho de ese color. Y es que la infancia tira y Reduan recuerda como si fuera ayer que muchos días de escuela se convertían en peyas para pasarlos jugando en el río. Se crió en Bircan, a 13 Km del mar Mediterráneo. Y allí se quedó una parte de su corazón. Volvió hace 5 años para celebrar una fiesta con sus primos y sus abuelos. Y asegura que no olvidará nunca ese día. Así es este hombre normal y familiar que tararea de todo un poco cuando trabaja y que se ríe de todos los chistes, aunque sean malos, que se va a pescar de vez en cuando y que disfruta con un paseo tranquilo o con una sesión de cine de vez en cuando.

Podrá pasar desapercibido, pero también lo hacen muchas historias apasionantes, ¿no?

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