Lo cotidiano en Baobab. Entrevista a Sergio

Baobab - Sergio Tropical

Me puedo definir de muchas maneras. Soy una persona humana. Un diseñador gráfico apasionado por su trabajo. Estoy contento con la vida que tengo. Con una familia a la que quiero mucho y con muchos amigos junto a los que me he convertido en lo que soy.

Rotundamente rojo. Así es Sergio, uno de los diseñadores responsables de la imagen de Baobab. Pero no por apasionado o energético. Es rojo por sincero, por claro, por luminoso. El rojo le atrae desde pequeño. En eso no ha cambiado. Aunque ahora es capaz de precisar que el suyo es el rojo bermellón. Incluso podría concretar el código «Pantone». Y es que este diseñador gráfico del Estudio Tropical no entiende la vida sin colores. Sería como un castigo para él. Igual que si le prohiben escuchar los incontables vinilos de rock que tiene en su casa. No, no… No es un coleccionista friqui, pero le gusta el sonido de los discos. Se sienta en el sofá y sencillamente, escucha. Es el arte por excelencia. Sin fronteras ni ideologías. La música y el descanso le inspiran. Como los bosques por los que andar. En este momento, la etiqueta de hombre solitario y meditabundo nos puede invadir, pero ¡no!. Tampoco se trata de eso.

Le encanta estar con gente, conversar y le cuesta muy poco reírse, sobre todo cuando topa con alguien que malabarea ágilmente con el humor. Aunque tampoco se incomoda con el silencio en compañía.

Volvamos a las etiquetas: Riojano? Sí, porque allí estan sus padres y su hermano, pero nació en Barcelona, pasó su infancia en Asturias y luego estudió Bellas Artes en Bilbao. Ahora vive en Zaragoza y sí, dice que es maño porque se le ha pegado el acento. Pero eso es más por empático que por otra cosa. De lo que es arraigo, gasta poco. Y de crisis cuarentona, tampoco. ¡Pero si se pasó un año entero pensando que tenía 37 en lugar de 36! ¡Qué le va a importar la edad! Para Sergio, los años son la viva demostración de que van pasando y continúa siendo él mismo. Y se siente muy orgulloso de que así sea.

Le gusta su vida. Su familia, sus amistades, su trabajo. No soñaba con ser diseñador gráfico cuando empezó en Bellas Artes. Pero sus cuadros eran más simbólicos que otra cosa y se dio cuenta rápidamente de que no quería ser dibujante o artista. Es autodidacta en el mundo del diseño, un concepto que define más allá de la estética: se trata de hacer la vida más fácil a la gente. Y es cierto. Sólo nos hace falta un ejemplo del que se siente especialmente orgulloso: Arasaac. Uno de los sistemas de comunicación aumentativa más utilizados del mundo. Un lenguaje a través de dibujos: “Con él se comunican los que no pueden nombrar con palabras”, por ejemplo, las personas autistas.

¿Se puede no estar orgulloso de haber participado en este proyecto? ¿Para qué necesita entonces Sergio imaginarse el superpoder que tendría si fuera un superhéroe? Ya tiene sus colores, sus diseños…

Bueno, dice que malearía el tiempo y sabría tocar cualquier instrumento musical. Así se salvaría a él de si mismo. ¿Surrealista? Sí. Ahí la hemos clavao. El sentido del humor sin sentido.

Y por eso, al preguntarle qué personaje escoge de un cuento suelta: “Yo sería el árbol con ojos, que está vivo y observa”. ¿Cómo va a tener este hombre nunca una crisis creativa? Nada, nada… Ojos bien abiertos, que si Sergio está cerca y no le castigan sin colores, nos pinta en un plis plas un instante de esos memorables que te dejan en la cara una sonrisa en rojo. Bermellón.

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