La vida acelera el pulso, con ímpetu. La luz se nos desparrama y en los parques se va descongelando la caca de los perros.
Los campos huelen a fiemo y se van gestando las hordas de insectos que serán pesadilla en un cálido futuro.
Con toda pomposidad la primavera hace acto de presencia y pavoneándose nos trae promesas.
De pasión y de exceso, que pasan de largo, como el plato que va a la mesa de al lado.
Dejándonos cara de panoli, ya que al final mojamos lo mismo de siempre. Es decir más bien poco.
Y el ritmo del mundo, de ese del pan por el sudor en la frente, no cambia por mucho que florezca el almendro.
En fin, que vale, que es primavera. Que todos lo dicen. Ya te habrás enterado.
Pero para nosotros, la primavera,
la verdadera, la auténtica, se lleva por dentro. Y mejor si es en silencio.
Tengan todos buen provecho 😉
Texto aparecido en el Menú de Hoy de Abril de 2017.